El inicio
El día que conocí a mi Señora, mientras saboreaba su primera copa conmigo, me dijo:
-Yo quiero tener dos maridos…
Yo me lo tomé a broma y me eché a reír. Y miren cómo ha terminado esto…
Puede que algún día cuente cómo hemos llegado hasta aquí, pero ahora nos centraremos en lo que sucedió el lunes.
Miércoles, 13 de septiembre. 15:00 horas. La orden.
Mi Señora me ha ordenado que escriba esto que sigue ahora.
-Cabrón: quiero que escribas para mi blog la contra de lo que pasó el lunes.
-¿El qué?
-No te hagas la tonta. Cómo me folló mi amante… Cómo te hice más cabrón de lo que ya eres.
Automáticamente, se me pone duro mi pequeño miembro. Me excita que Ella me humille. Y Ella lo sabe… Y se aprovecha…
Domingo, 10 de septiembre. 22:00 horas. La elección de la ropa interior
-Oye, cornudo: ¿Qué ropa me pongo mañana para ver a mi nuevo amante?
Le selecciono un conjunto rosa que le compré en Victoria Secret’s. Es transparente. Me imagino cómo va a disfrutar el macho viendo a mi Señora vestida de forma sugerente, como una puta caliente. Y eso me pone a cien. Es para mí muy gratificante la humillación de saber que tu Esposa va a follar con otro. Mucho más sabiendo que conmigo no folla desde hace meses. A veces me deja frotar mi glande contra su pubis o contra sus labios y me dice:
-Ya sabes que tú aquí no puedes entrar, cabrón. Esto no es para ti. Te tendrás que conformar con ver cómo me follan otros. A ti no te importa, sino que es lo que te gusta, ¿verdad?
-Sí, Señora.
-Claro -ríe traviesa-. Ese es tu sitio. Me gusta que tengas las cosas claras. Ayúdame a elegir la ropa de putear para poner cachondo a mi macho.
La ayudo a elegir los zapatos. A mí me gusta que se vista lo más provocativa posible y así le selecciono unos zapatos de tacón muy fino brillantes y de color champán. Cualquiera que vea una mujer así calzada sabe que es una hembra caliente que está buscando un rabo. Que mi Esposa sea de cara al exterior una Señora elegante, pero que de puertas para adentro sea una putita viciosa, me vuelve loco. Ayudarla para ofrecerse a los hombres es para mí un gran placer.
Ella misma elige su vestido. Corto, de flores, bonito.
-Ahora te voy a azotar un poco. Me gusta que estés bien excitado hasta que vuelva mañana por la noche.
Me pone sobre sus rodillas y me da una buena tunda de azotes con una paleta y con su propia mano. Llego a entrar en el subespecio.
-¡Ya está bien, cerda! Te quedarás así, bien caliente. Hasta mañana.
Tengo dificultades para dormir.
Lunes, 11 de septiembre. 18:00 horas. La cita
Mensaje de mi Señora en el Telegram. «Ya he llegado. A la ducha. Todo bien»
Yo tengo mucho trabajo y apenas me descontento. Como además, Ella no me pone ningún mensaje de texto más, ni tampoco me manda fotos, audios o vídeos, me imagino que estará follando, pero nada me distrae del trabajo, que en ese momento me absorbe.
A las 19:25 le escribo: «¿Está gozando, Señora?». «Está hablando por teléfono. Te dejo». Supongo que está follando y como ya estoy acostumbrado y no me hace más caso, me vuelvo a volcar en el trabajo.
Lunes, 13 de septiembre. 22:00 horas. La cen
Ella entra en casa.
-Desnúdate. No me he duchado… ¿Sabes para qué?
La veo sonriente, preciosa. Cuando mi Señora folla con otros hombres le cambia la cara y el aspecto. Se la ve plena, feliz, llena de vida. Y a mí encanta verla así. Es entonces una diosa. Me subyuga su visión, subida en sus taconazos. La obedezco mientras me empalmo. Una de las ventajas de ser sumiso es que vives el sexo con total naturalidad y entonces, tanto las erecciones, como los orgasmos son puros, rápidos, violentos e intensos.
-Arrodíllate, cabrón. ¡Quítame el vestido!
La obedezco al instante y ya la tengo muy dura. Se queda en sus taconazos, bragas y sujetador. Desde abajo parece una reina de la Antigüedad. Me excita sentirme su esclavo y Ella ya lo sabe bien. Me tiene bien domado. Ella se ríe y se burla de mí. Es una maestra de la humillación verbal.
-Te he traído un regalito -y me enseña un condón usado lleno de lefa-.Por ahora no voy a hacer que te lo tragues. En un futuro ya veremos… Cógelo, cornudo, para que tengas bien claro de dónde vengo. ¿De donde viene tu Señora? Quiero oírtelo decir…
-De follar con su amante.
-Eso es. ¿Te gusta que te ponga los cuernos?
Yo me callo.
-No te hagas la estrecha. Huele.
Me toma la cabeza y me hace oler sus bragas y su cuerpo. Huele a macho. Es un olor a sudor masculino. Otros amantes suyos se echan mucha colonia para que cuando Ella vuelva a casa, su olor me impregne y me resulte más humillante, pero este amante no lo ha hecho así. Su estilo es otro.
Ella me va contando lo bien que lo ha pasado y me pide que le haga la cena.
-Estoy cansada. Estoy reventada de follar. En cuanto cene, a dormir.
Yo estoy excitado al máximo y deseando que me permita masturbarme ante Ella y que Ella se digne a humillarme verbalmente, lo cual es mi mayor placer. Ella lo sabe y es una maestra en este terreno.
Le hago la cena.
-¿Ves, cabrón? Cada una está en su sitio. MI macho, como tiene una polla muy grande y la usa muy bien, me folla y me da placer. Yo recibo su placer y tu humillación. Y tú, recibes la humillación que te mereces mientras me haces la cena. Cada uno está en su sitio, ¿verdad, cabrón?
Asiento mientras Ella se ríe saboreando una copa de vino.
Lunes, 13 de septiembre. 22:45 horas. La humillación y el orgasmo
Llegamos a la cama. Ella se quita las bragas y me las da. Se tumba desnuda.
-Huélelas, cabrón. (La obedezco). ¿A qué huelen?
-A sus jugos y a lubricante.
-Lámelas, cerda. (La obedezco mientras se ríe.) ¡Qué patética eres! Mírate aquí a mi lado, arrodillada, disfrutando porque me acaba de follar otro hombre. Tú me pagas todo y me das un tren de vida espectacular y hay otros que, sin darme tanto, me tienen a su disposición. ¿Sabes que le he chupado la polla? Y sin condón… ¿Cuánto hace que no te la chupo a ti?
-No me acuerdo, Señora.
-Y te acordarás de que te la chupaba por compromiso, ¿verdad? Sin embargo, tú me has visto chupársela a mis machos. Lo hago con pasión, ¿verdad?
-Sí, Señora.
-¿Y sabes por qué es? Porque la tienen grande y bonita. No como la tuya, que es un pajarito de niño. Por eso me tengo que buscar amantes. Y por eso eres un cabrón. Lo comprendes, ¿verdad?
-Sí, Señora.
-Así me gusta, que sepas cuál es tu papel y lo disfrutes. Mañana quiero que le mandes a este caballero un mensaje de agradecimiento por el placer que te da al ser mi amante. Lo harás, ¿verdad, cabrón?
-Por supuesto, Señora.
-Muy bien. Ahora huéleme el coño si quieres. Te dejo que te hagas una paja, pero ni se te ocurra mancharme las sábanas. Coge una de tus toallitas rosas para correrte.
La obedezco y me arrodillo a su lado.
-¿Puedo lamerla mientras me pajeo, Señora?
-Sí.
-Gracias, Señora.
-Folla fenomenal y come el coño de maravilla. Estoy encantada.Hemos follado en muchas posturas. Primero el misionero, luego me ha dado la vuelta y me ha follado a cuatro patas, luego me he subido encima, luego otra vez a cuatro patas… Vengo llena… Prepárate, porque si él quiere, vamos a ser amantes de continuo. Es amable, atento, caballeroso. Todo un hombre. Y además es un hombre elegante. Su casa está cerca, es preciosa y tiene una piscina espectacular. Es el lugar perfecto para tener encuentros con él de forma discreta. Es ideal. ¿Estás contento de que te ponga los cuernos, verdad?
-Sí, Señora.
-Pues agradécemelo, cerda. Di textualmente: «Gracias por ponerme los cuernos, Señora».
La obedezco. Le empiezo a lamer el Trono. Está muy húmedo y dulzón. Están los fluidos sexuales mezclados con el lubricante. Ella ni se inmuta. Se está quedando dormida del cansancio. Siempre le pasa cuando vuelve de tener una buena cabalgada con un amante.Intento meter la lengua en su sexo. Ella me tira del pelo.
-Ni se te ocurra. Este hombre tiene una polla muy grande y me ha follado por delante y por detrás. No sé ni cuantas veces me he corrido. Estoy escocida. ¿Tú me has dejado escocida alguna vez?
-Nunca.
-Claro, con esa mierda de polla que tienes.
Sus palabras me excitan y como no puedo lamerle el Trono, le ruego.
-¿Puedo chuparle el culo, Señora?
Ella me coge del cuello y me arrastra hasta su agujero. Su olor ocre me llena la nariz y la garganta. La oigo reir.
-Hay que ver lo arrastrado que eres. Con que poca cosa te conformas. Y ahora ya te vas a correr.
Me apresto a obedecerla.
-Ya sabes que no vas a volver a follar conmigo. ¿Cuanto hace que no follas conmigo?
-Meses, Señora.
-Y en los últimos años se pueden contar con los dedos de una mano las veces que has entrado en mí, ¿verdad, cabrón?
Me excita muchísimo que me humille así y estoy al borde del orgasmo. Ella lo sabe y todavía sube la apuesta un poco más entre risas y burlas.
-Pues ya no vas a volver a entrar más. Ni siquiera para reírme de ti. Asúmelo, cabrón.Esto está vedado para ti. Reconoce que te gusta. Reconoce que te gusta ser un cabrón y no follar.
-Sí, me gusta, Señora.
-¿El qué ?-me dice mientras me escupe y se ríe.
-Ser un cabrón y no follar. ¿Me puedo correr?
-Sí, córrete, cerda.
Al decir esto, me corro. En ese momento me siento muy humillado y vulnerable.
MI Señora me deja tranquilo. Apaga la luz.
-Hasta mañana, cariño. Te quiero.
-Y yo también, Señora.
Ella se ríe por lo bajo.
-¡Qué cabrón eres!
Se queda dormida al instante de forma plácida. Yo estoy a su lado y durante la noche me despierto varias veces. Huele a macho, cada vez siento con más nitidez el olor de su hombre y me excito. Asumo desde hace tiempo que soy sumiso, por lo que me rindo a este placer y me pego a su lado, para disfrutar de su respiración tranquila y descansada. A mi Señora la han follado bien follada esta tarde. Y yo soy feliz.
Martes, 14 de septiembre. 9:00 Mensaje de agradecimiento
Escribo a su amante por Telegram:
«Buenos días. Ya me contó anoche mi Señora lo bien que lo pasó y lo mucho que disfrutó y que está deseando repetir y estabilizar la situación. Muchas gracias»